Estrés y sueño

El estrés diario y la falta de sueño afectan a la salud cardiovascular

El estrés y el sueño están estrechamente relacionados. La falta de sueño puede causar fatiga, mal humor y somnolencia excesiva durante el día. Las personas con estrés son más propensas a sufrir trastornos del sueño como insomnio y desorganización del sueño. La suma del estrés crónico y la fragmentación o falta de sueño causa una incesante hiperactividad del sistema nervioso, lo que provoca un aumento de la presión sanguínea y de la frecuencia cardíaca que, a largo plazo, están relacionados con enfermedades cardíacas. El estrés crónico es un factor de riesgo conocido de ECV.

Reducir el estrés y dormir bien y lo suficiente puede mejorar la calidad de vida y prevenir los infartos de miocardio y las recaídas.

La forma en que nuestro organismo reacciona ante estados de estrés psicológico causa cambios físicos en el cuerpo. El estrés emocional puede provocar un aumento en la frecuencia cardíaca (velocidad con la que el corazón bombea la sangre), la presión arterial y la frecuencia respiratoria debido a que el sistema nervioso se sobrecarga de trabajo.

Aunque los mecanismos de respuesta son parte del funcionamiento normal del organismo, el estrés persistente debido a hábitos de estilo de vida poco saludables, problemas laborales o problemas familiares puede ser un desencadenante crónico para el sistema nervioso y aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. El efecto del estrés aumenta si no se duerme lo suficiente o se duerme mal.

Los terremotos ilustran el impacto del estrés. El terremoto de 1995 en Kobe (Japón) triplicó los infartos de miocardio en las personas que vivían cerca del epicentro cuando se produjo el movimiento sísmico.

El sueño y el estrés están estrechamente relacionados. La falta de sueño a menudo causa fatiga, mal humor, cambios en la alimentación y somnolencia excesiva durante el día. Las personas con estrés son más propensas a sufrir trastornos del sueño como insomnio y desorganización del sueño. Esto es preocupante dado que la cantidad de tiempo dedicado al sueño ha disminuido poco a poco. Muchas personas duermen menos debido al aumento de las jornadas laborales y a que se pasa más tiempo con dispositivos móviles.

El estrés cambia el metabolismo del cuerpo y está relacionado con el aumento de peso. El exceso de peso aumenta la probabilidad de trastornos respiratorios relacionados con el sueño, como la apnea obstructiva del sueño, que, a su vez, produce aletargamiento diurno y un mayor riesgo cardiovascular.

Es necesario dormir entre siete y ocho horas al día. Menos de seis horas o más de diez al día están relacionadas con una mayor probabilidad de IM y apoplejía. Dormir lo suficiente y tratar los trastornos del sueño como la apnea del sueño y el insomnio pueden proteger contra la presión arterial alta y otros problemas cardiovasculares.

Reducir el estrés y dormir lo suficiente y bien puede reducir el riesgo cardiovascular y mejorar la calidad de vida.

Consulte con su médico si está bajo estrés crónico, sobre todo si tampoco duerme bien. Las terapias psicosociales, que abarcan aspectos psicológicos y sociales, mejoran el sueño y la calidad de vida y protegen contra infartos de miocardio y recaídas.

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